Únicamente el trabajo con fe cumplido es eterno
como el Constructor del universo.
El trabajo es vida.
La historia es como una destilación del
chismorreo.
La contemplación es un lujo, mientras que la
acción es una necesidad.
Tarea delicada la de apaciguar muchedumbres,
porque hacer mucho puede ser tan funesto como no
hacer nada.
A dos hombres venero yo en este mundo: al
labrador sufrido de mano callosa y nervuda, en la
que permanecerá para siempre una real e indeleble
majestad, puesto que en ella está el cetro de este
mundo. Y a aquel que trabaja por las imprescindibles
necesidades del espíritu; no por el pan cotidiano,
sino por el pan de la verdadera vida.
Una verdadera pintura del más pequeño hombre es
capaz de interesar al hombre más grande.
El periodismo es grande. Cada periodista ¿no es
un regulador del mundo, si lo persuade?
La corona de la verdadera nobleza es una corona
de espinas.
El universo no es sino un vasto símbolo de Dios.
El hombre ha sido creado no para dudar sino para
trabajar.
De la conquista podemos decir que no se ha
producido jamás por la fuerza y la imposición
brutal, pues no dura una conquista de esta
naturaleza. La conquista, lo mismo que el poder de
imposición, ha de aportar, cosa esencial en toda
sociedad humana, algún beneficio consigo, o bien los
hombres con toda su fuerza la rechazarán.
El inventor de una máquina puede estar seguro de
que será recompensado en vida; pero el autor de un
gran poema, así como el apóstol de una verdadera
religión, han de estar casi seguros de todo lo
contrario.
Trae el hombre reclusa en el alma una eternidad,
y algo puede aprender el hombre en esta eternidad
con respecto a la esencia de su alma misma.
Toda obra es deleznable, sólo su ejecución no lo
es.
El hombre no es más que un omnívoro que viste
pantalones.
Puede decirse que el grito de la historia nace
con nosotros y que es uno de nuestros dones más
importantes. En cierto sentido somos históricos
todos los hombres.